(Escribí este ensayo en el 2008 para clarificar la conexión entre el compañerismo teológico y la Mesa del Señor. Publicado nuevamente aquí para su edificación… Pastor B.W., 2021)
Pero temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestras mentes sean desviadas de la sencillez y pureza de la devoción a Cristo. (1 Cor. 11:3)
Una loca idea; unidad de doctrina
“¿Unidad de doctrina?” las personas se preguntan con una expresión de incredulidad en sus rostros. “¿En serio crees que la iglesia tiene unidad de doctrina?” Una de las características de nuestro mundo moderno es que cada persona sostiene una creencia individual. Una encuesta reciente acerca de las convicciones religiosas mostró que la gran mayoría de personas que asisten a la iglesia no están convencidos acerca de sus convicciones.
La encuesta de Pew Forum menciona:
“Una encuesta importante realizada por el Foro Sobre Religión y Vida Publica del Centro de Investigación Pew (Pew Research Center) descubrió que la mayoría de los estadounidenses no tienen un acercamiento dogmático a la fe. La mayor parte de las personas que están afiliadas a alguna religión, por ejemplo, no están convencidos que su religión sea el único camino a la salvación. Y casi la misma cantidad cree que existe más de una forma verdadera de interpretar las enseñanzas de su religión. Esta apertura hacia una gama de perspectivas religiosas está alineada con la gran diversidad de afiliaciones religiosas, creencia y práctica que existe en los EE.UU., como ha sido documentado en una encuesta de más de 35,000 estadounidenses que examina exhaustivamente el paisaje religioso del país.
(http://religions.pewforum.org/pdf/report2religious-landscape-study-key-findings.pdf)
Existe una separación entre lo que un individuo confiesa y lo que confiesa la iglesia a la que pertenece. ¿Cuántos bautistas creen todo lo que su iglesia enseña? ¿Cuántos católicos romanos creen todo lo que el Papa cree? En este mismo sentido, ¿cuántos luteranos sostienen las enseñanzas del catecismo menor y de las confesiones luteranas?
Más aún, no solamente existe una separación entre lo que el individuo cree y la confesión de la iglesia, sino que muchas personas no saben lo que su iglesia enseña. Y muchas personas ni les interesa lo que su iglesia cree. La enseñanza de la iglesia es entendida como “la opinión de los hombres”, y, después de todo, “mi opinión es tan válida como la tuya”.
De esta forma la confesión de fe es reducida a una opinión, haciendo de la tolerancia la orden del día. Después de todo, colocar mi opinión por encima de la tuya sería arrogante. Pero este asunto no se trata de opiniones. En la iglesia debemos dejar de lado nuestras opiniones; la Palabra de Dios es lo que tiene la autoridad.
En cualquier caso, toda esta introducción tiene el propósito de llegar a este punto; cuando los luteranos decimos que debe haber unidad doctrinal en la iglesia del Señor, esto suena, para el mundo, como si estuviéramos locos. “La iglesia se regocija en la unidad doctrinal” casi suena como a “Mi unicornio prefiere zanahorias bebé”.
Debido a que la enseñanza acerca de la comunión cerrada se fundamenta sobre la suposición de que existe la unidad doctrinal, nuestra práctica de la comunión cerrada parece igualmente loca. La comunión cerrada es una enseñanza difícil porque difícilmente se pueden encontrar personas que crean que la iglesia puede y debe tener unidad de doctrina. Para establecer nuestra enseñanza de la comunión cerrada, debemos primero establecer la enseñanza Bíblica de que la iglesia puede, y debe tener unidad de enseñanza.
Unidad de doctrina en la Iglesia del Señor
Entonces, regresando a la pregunta original “¿Verdaderamente piensas que la iglesia tiene unidad de doctrina?” Llevemos esta interrogante a las Escrituras.
Una y otra vez en la Biblia la iglesia es encomendada a ser de “una misma mente”.
Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer. (1 Cor. 1:10)
Esta “misma mente” es unidad de fe y amor.
Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. (Filipenses 2:1-4)
Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; (1 Pe. 3:8)
Jesús ora por nosotros, Su iglesia, para que seamos uno. Esta unidad es manifiesta en la Palabra del Señor.
[Jesús ora] Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. (Jn. 17:11)
Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. (Jn. 17:17)
Esta unidad es acuerdo en la doctrina, en la enseñanza, en la Palabra del Señor. Es “la fe” de la cual habla Judas.
Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. (Judas 1:3)
San Pablo le da la misma instrucción a San Timoteo, quien, como un joven pastor, debía de ser cuidadoso con su enseñanza y doctrina, para no extraviarse de la firme palabra y enseñanza de las Escrituras.
Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido. (1 Ti. 4:6)
Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.(1 Ti. 4:16)
Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús. (2 Ti. 1:13)
Timoteo debe apegarse a la Palabra del Señor porque es la Palabra de salvación. Esta es la razón por la cuál el Señor nos advierte constantemente acerca de los falsos profetas que traen enseñanzas diferentes a la iglesia.
Así ha dicho Jehová de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová. (Jer. 23:16)
Cuando las Escrituras usan la palabra “guardaos”, casi siempre nos advierten acerca de los falsos maestros.
[Jesús dice] Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. (Mt. 7:15)
Y Jesús les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos. (Mt. 16:6)
Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos. (Mt. 16:12)
Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo. (Fil. 3:2)
Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. (Col. 2:8)
Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. (2 Pe. 3:17)
Los falsos maestros son un peligro porque traen falsas enseñanzas. La falsa enseñanza es peligrosa porque nos aleja de Jesús; nos aleja del Evangelio de nuestro salvación. San Pablo tiene las palabras más duras para quienes podrían alejarnos del Evangelio del Señor mediante su falsa enseñanza.
Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. (Gal. 1:6-9)
En ningún otro lugar San Pablo es tan contundente y tan severo. Conoce los peligros de la falsa enseñanza, el sonido de las mentiras del demonio, el sabor de su veneno. El Evangelio verdadero trae a Jesús con e perdón de pecados, vida y salvación eterna; la falsa enseñanza trae muerte e infierno.
La iglesia que ha perdido este entendimiento y ya no se ocupa de la verdad y la claridad del Evangelio, la iglesia que ha perdido su celo por la verdad y esta unidad de doctrina, es una iglesia que ha perdido su amor por Cristo y la salvación de las almas. El interés por la unidad doctrinal es interés por la Palabra salvífica del Señor, y es interés por todos aquellos pecadores que tienen vida solamente en esa palabra.
Divisiones
La falsa enseñanza rompe el compañerismo. La falsa enseñanza causa divisiones. Nos preocupamos tanto acerca de que la iglesia se esté dividiendo, separándose, que estamos dispuestos a soportar el error en la iglesia con tal de mantener las cosas unidas. Pero esta es una falsa unidad; un falso compañerismo. La “misma mente” de la iglesia ya ha sido rota.
Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer. Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo.
¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo? Doy gracias a Dios de que a ninguno de vosotros he bautizado, sino a Crispo y a Gayo, para que ninguno diga que fuisteis bautizados en mi nombre. También bauticé a la familia de Estéfanas; de los demás, no sé si he bautizado a algún otro. Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo. (1 Cor. 1:10-17)
¿Qué hubiera querido el Señor que hiciéramos con aquellos que causan divisiones? San Pablo contesta a esa pregunta:
Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos. (Ro. 16:17-18)
Este texto es de suma importancia. La falsa enseñanza causa divisiones. La iglesia del Señor debe fijarse en los que puedan causar divisiones y evitarlos. “Que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos”. Esta enseñanza es clara.
Si una iglesia se encuentra tan enferma que la falsa enseñanza no causa división, sino que la verdad y la falsedad conviven bajo el mismo techo, entonces algo anda muy mal. Mientras que el hígado tiene vida el cuerpo puede filtrar toxinas y venenos, pero si el hígado deja de funcionar, entonces las toxinas se acumulan y el cuerpo muere. Así es con la falsa enseñanza en la iglesia. El demonio siempre soplará su pútrido aliento de su maldita falsa doctrina hacia la iglesia. El peligro viene cuando esta enseñanza no es expuesta y rechazada.
Este es el propósito para el cual el Señor usa la falsa doctrina.
Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados. (1 Cor. 11:19)
El Señor hará que la verdad de su Palabra y la simplicidad de Cristo sean manifiestas y reconocidas.
Si hemos llegado hasta este punto juntos, no estamos tan lejos del entendimiento de la antigua práctica de la “comunión cerrada”.
Unidad de enseñanza y la Cena del Señor
Esta unidad de enseñanza es mandada, esperada y, gracias a Dios, otorgada. Es la mente de Cristo, esto es, la enseñanza del Evangelio.
Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo. (1 Cor. 2:16)
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, (Fil. 2:5)
Lejos de ser el logro de los hombres, un triunfo que obtenemos, la unidad de la fe es el don de Dios. Lejos de ser un motivo de orgullo, la unidad de doctrina llega a la humilde fe que simplemente recibe la Palabra del Señor.
Esta unidad de enseñanza es “la comunión” que el Espíritu otorga a la “iglesia santa, cristiana y apostólica”
Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. (Hechos 2:42)
Pero ¿qué tiene que ver esta unidad de doctrina con la Cena del Señor? Comenzamos a ver la respuesta en el texto de Hechos 2. La enseñanza apostólica, la comunión y el partimiento del pan [la Cena del Señor] van de la mano. La enseñanza es del Señor y el altar es del Señor también. Si no tenemos unidad en la enseñanza de los apóstoles, entonces no tenemos unidad en el partimiento del pan.
Si hemos de alejarnos de aquellos que traen división contra la enseñanza [Ro. 16:17], ¿cómo podríamos al mismo tiempo venir a la mesa del Señor con ellos? San Pablo deja muy claro este punto en su primer epístola a los corintios.
Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios. Pero al anunciaros esto que sigue, no os alabo; porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor. Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo. Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados. Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor. (1 Cor. 11:16-20)
Existían divisiones en la iglesia, fracciones, falsa enseñanza junto con la verdad, y debido a esto su comer juntos “no era la cena del Señor”. Comunión sin enseñanza en común no es comunión. La falsa enseñanza destruye la confesión de la cual testifica la Cena del Señor. La unidad de enseñanza y unidad en comunión van de la mano. Confesamos juntos con nuestros labios antes de comer y beber, y si no podemos hacer una confesión común, entonces no nos atrevamos a compartir una misma cena en el nombre del Señor.
Toda buena dádiva proviene de Dios. Esto es especialmente verdadero cuando se trata de la unidad doctrinal que Dios le otorga a su iglesia. Agradecemos que Él nos haya traído a la comunión con Él mismo, Padre, Hijo y Espíritu Santo, a través del Evangelio, y oramos para que nos preserve en la misma comunión hasta que lleguemos a los nuevos cielos y nueva tierra, donde la falsa enseñanza no nos amenazará más con separarnos de Él. Amén.
INJ
Pastor Bryan Wolfmueller
Hope, iglesia luterana. Aurora, CO.
Octavo domingo después del domingo de la Santa Trinidad, 2008
Todas las citas bíblicas tomadas de la traducción Reina Valera 1960 (RVR1960)